TRABAJO SOCIAL EN
RELACIONES LABORALES
El
Trabajo Social de Empresa surge en España con el desarrollo de la
industrialización, en la década de los cincuenta y los sesenta, al igual que ya
lo había hecho en otros países industrializados, tales como Inglaterra, Bélgica
y USA a finales del siglo XI. Aparece como mecanismo de mediación entre el
capital y el trabajo. Este ámbito profesional quedó definido como “actividad
organizada, que pretende ayudar a la adaptación recíproca de los trabajadores y
su empresa” (Bernard, 1967:19). Para este autor, el papel del trabajador social
en la empresa se articula en torno a tres planos:
1.
Dar apoyo psicosocial a los individuos y colectividades de trabajadores que se
encuentran en dificultades; 2. Participar en la creación, funcionamiento y
mejora de las realizaciones sociales de la empresa; y, 3. Favorecer una mejor
toma de conciencia de los problemas humanos y sociales surgidos con motivo del
trabajo (1967:20-21). En 1961, a partir de un ciclo de estudios sobre Trabajo
Social de Empresa celebrado en Tarragona, se describió el encuadre del trabajo
social dentro de la empresa, sus tareas y su participación en los incipientes
departamentos de personal5 Así en aquel ciclo de estudios se establecieron como
ideas principales: 1 La colaboración del trabajador social con el Comité de
Empresa, 2 La participación en la mejora del ambiente empresarial y extra
empresarial que influyen en las causas de enfermedad, y 3 Fomentar la
adquisición de una conciencia social entre el personal, ayudando a superar
todas las causas de absentismo. Todas estas funciones están presentes en las
organizaciones empresariales hoy en día, si bien, se han desarrollado otras
figuras profesionales complementarias, como la de prevención de riesgos laborales,
que no suelen ser asumidas por trabajadores sociales, sino más habitualmente
por graduados sociales. El trabajo social de empresa se ha ido adaptando a los
cambios en el sistema de las relaciones laborales. Así como señala Rodríguez,
inicialmente cubría una función asistencial “paternalista” como respuesta a las
obligaciones legales que tenía que cubrir el empresario en materia de vivienda
o educación. Posteriormente se pasó a un periodo de reivindicaciones, como
complemento extra salarial, para atender necesidades no cubiertas socialmente
(programas de vacaciones, por ejemplo). Con el desarrollo de los servicios
sociales públicos y los sistemas de protección social, el papel del trabajador
social de empresa se circunscribe a la elaboración y puesta en práctica de la
política social de empresa, buscando el desarrollo de las personas que trabajan
en ella y el logro del bienestar ocupacional. Esta forma de trabajo social
entró en declive a final del siglo pasado, con una presencia testimonial de
trabajadores sociales en el ámbito empresarial. En el mismo sentido apuntan los
datos aportados por Rodríguez, al señalar que en 1985 acudieron al I Seminario
de Trabajo Social y Empresa, 142 asistentes sociales, pertenecientes a 75
empresas. En 1992 (con datos sólo de Madrid) había 57 profesionales de 32
empresas; y diez años más tarde los datos apuntan que de las 32 empresas solo
14 mantuvieron el puesto de trabajador social. Las causas explicativas pueden
encontrarse, tal como señala en la falta de identidad profesional del
colectivo; en el desarrollo y consolidación del Estado de Bienestar; y, en las
transformaciones en el mundo empresarial. También se puede añadir la falta de
formación especializada del colectivo, que se intentó paliar mediante la
organización de seminarios, y la falta de “marketing” que aqueja siempre a los
profesionales del Trabajo Social, tal como señala Rodríguez, con quien estamos
totalmente de acuerdo, tanto aplicado a este ámbito como a otros ámbitos
profesionales del trabajo social “no es sólo necesario trabajar
profesionalmente, sino elevar los resultados de nuestra labor a los
departamentos de Relaciones Laborales, en el caso del trabajo en empresa o al
equipo, cuando se trabaja con otras profesiones”9 Este tipo de acción social de
empresa tiene cabida en las grandes corporaciones, donde todavía permanece la
figura del trabajador social. Sin embargo, el tejido empresarial español, se
caracteriza por pertenecer a las PyMEs10, que según el Directorio Central de
Empresas (DIRCE) en 2011 representaban el 99,88% del total de empresas. Aquí se
abre una de las posibles vías de emprendimiento para el trabajo social,
mediante la prestación de servicios de atención social a las empresas,
dirigidos al personal de las PyMes, de forma externalizada. Para ello, es
preciso conocer las funciones profesionales en las organizaciones
empresariales. En las grandes corporaciones donde existe la figura del
trabajador social su espacio de actuación se dirige tanto a la atención directa
a los trabajadores como hacia el asesoramiento en el área de recursos humanos,
con el objetivo general de dar apoyo al desarrollo del trabajador para su mayor
eficacia y su bienestar ocupacional11. La definición elaborada por el Grupo de
Trabajadores Sociales de Empresa del Colegio Profesional de Trabajo Social de
Madrid, presentada y ampliada en el I Congreso Nacional de Trabajo Social y
Responsabilidad Social Empresarial permite aclarar sus objetivos y funciones:
“Favorecer el bienestar de los trabajadores mediante la mejora de los aspectos
laborales, sociales, sanitarios, personales y familiares, a través de las
gestiones internas y externas oportunas para conseguir el equilibrio de los
intereses de la empresa, para un dar un mejor servicio a la empresa y a la
sociedad”
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