lunes, 4 de septiembre de 2017


TRABAJO SOCIAL, HÁBITAT Y VIVIENDA

Aun no siendo un espacio nuevo para el Trabajo Social dado que los orí-genes de la práctica profesional en el ámbito de la vivienda, históricamente, van conexos a las iniciativas que llevaron a cabo figuras tan importantes como fueron Octavia Hill en Inglaterra y Jane Addams en Norteamérica, sí es cierto que las intervenciones llevadas a cabo en este sector han sido muy exiguas en lo que respecta a nuestro ámbito nacional.
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Si hacemos un breve recorrido histórico sobre el papel que el Trabajo Social ha tenido dentro del ámbito profesional del hábitat y la vivienda, nos encontramos con que éste ha estado muy ligado a los programas sociales que el Instituto Social de la Vivienda llevaba a cabo y cuya finalidad estaba centrada en la erradicación del chabolismo, sobre todo, en los años 60 y 70 (Barranco et. al., 2010). Más tarde, y en pleno proceso democrático, cómo muy bien apunta Barranco (2008).
Se produce una modificación en la naturaleza de la política a implementar. Esta vez se apuesta por planes y programas integrales de lucha y erradicación de la pobreza y la exclusión social, en los que el factor vivienda pasa a ser un elemento más dentro de la matriz de indicadores que intenta abordar de manera holística el análisis de los procesos de exclusión social. De hecho, si echamos una mirada hacia las intervenciones profesionales llevadas a cabo en las últimas décadas, nos daremos cuenta, y así lo evidencian Barranco et. al., (2010), que éstas han estado centradas en fusionar, no sólo hábitat y vivienda, sino también vincular estos elementos con la formación, el empleo y la inclusión social. Todo ello con la pretensión de conferirle un nuevo rostro a una gran parte de los contextos territoriales actualmente denominados como zonas en proceso de transformación social.
Como sabemos, la exclusión puede manifestarse de forma espacial. La desigualdad social, como bien apuntan algunos autores (Tezanos, 1999; Subi-rats et al, 2005), tiende a revelarse en forma de exclusión residencial en cuanto que ésta pasa a conformarse alrededor de un ámbito geográfico muy concreto y con grupos sociales muy bien identificados. De ahí que los procesos de exclusión puedan estar acompañados de procesos de segregación, que a su vez terminen subrayando aún más esas diferencias.
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Todo esto nos lleva a pensar sobre cuáles deben ser los indicadores a tener en cuenta a la hora de cuantificar este ámbito. Es fácil medir el fenómeno de la exclusión en el hábitat a través del análisis de tres espacios: el físico, el sociocultural y el económico. Físicamente, el contexto espacial debe ser valorado teniendo en cuenta tres indicadores básicos: el deterioro de sus edificios, viviendas y servicios, el detrimento del espacio público y las deficiencias en la movilidad. En lo sociocultural, éste puede ser analizado bajo la base de la estigmatización del territorio, la inseguridad ciudadana, la descohesión social y la ausencia de recursos y equipamiento. Por último, el espacio económico es estudiado a través del factor de marginación económica.
Como es de esperar, conexo al medio espacial, nos encontramos la esfera de la vivienda. Actualmente es fácil constatar la insigne importancia que tiene la vivienda en la vida de las personas. De hecho, la exclusión social relacionada con este ámbito suele estar determinada por el carácter selectivo y especialmente segregador de los mercados del suelo y la vivienda, así como por la escasez de la presencia de vivienda pública en este sector (Subirats et al, 2005). En las últimas décadas en nuestro país hemos sido testigos de un doble problema. Por un lado, el boom especulador que se ha visto reflejado en el comportamiento alcista de los precios de la vivienda provocando graves inconvenientes de accesibilidad para algunos grupos de personas; y, por otro, a una devastadora crisis económica que ha tenido como resultado la salida del mercado laboral de muchos trabajadores, conllevando graves dificultades económicas y, por ende, la pérdida de sus viviendas para aquellas personas que, si bien, no tuvieron problemas de accesibilidad, su nueva situación no le permite seguir manteniéndola por la imposibilidad de hacer frente a su pago.
Toda esta realidad nos lleva a reflexionar sobre el valor real que se le otorga al espacio de la vivienda desde el ámbito político, institucional y económico. Es fácil comprender que la vivienda no puede ser considerada como un mero objeto de inversión ya que ello nos llevaría a una reflexión demasiado simplista de la situación. Situación que, como ya hemos apuntado, necesita ser abordada desde una óptica integral donde el valor cardinal sea siempre el social, dado que su consideración como bien de primera necesidad tiende a regir, de forma inapelable, los procesos de exclusión/inclusión social. Y es en este marco donde debe situarse tanto la reflexión como la práctica del Trabajo Social.
Si valoramos las funciones que realiza un profesional en este ámbito, nos damos cuenta que éstas tienden a ser muy plurales. Tanto es así que pueden abarcar la información y asesoramiento; la valoración de la situación social, familiar, laboral y económica; la derivación y coordinación; la promoción; la planificación y gestión; hasta la evaluación e investigación (Barranco, 2008). En realidad, y así lo apunta Ponce (2009), es que cualquiera de las acciones atribuibles al Trabajo Social en este ámbito profesional debe tener como línea maestra potenciar los procesos de integración e inserción social. Para ello tendrán que tener en cuenta todos y cada uno de los conflictos que se generen a todos los niveles (tanto en los procesos de adjudicación de viviendas como en su seguimiento). Conflicitividad, que como iremos viendo a lo largo de este capítulo, tiende a situarse en tres unidades fundamentales de análisis: del lado del adjudicatario, a nivel relacional o de comunicación y en el contexto social (zona espacial) donde se ubican las promociones de vivienda social.
WEBGRAFÍA:


 
 
TRABAJO SOCIAL, EN EL ÁREA VIVIENDA
 
 
 
LOS OBJETIVOS DEL TRABAJO SOCIAL
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LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN EL ÁMBITO LOCAL, EJE TRANSVERSAL DEL TRABAJO SOCIAL COMUNITARIO Resultado de imagen para LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN EL ÁMBITO LOCAL, EJE TRANSVERSAL DEL TRABAJO SOCIAL COMUNITARIO

     La participación de los implicados en los procesos de decisión, la transferencia de poder y la actuación en tareas y procesos son, en coincidencia con Howe (1994), pilares fundamentales del Trabajo Social Postmoderno y marcos de referencia en la intervención comunitaria. La participación es un asunto central y de actualidad en el debate político, civil, profesional y académico, en general, y con un significado sustantivo para el Trabajo Social, en particular.
Democracia, ciudadanía, pluralismo e interdependencia son conceptos inseparables en nuestras sociedades, en las que existen diferentes, asimétricos, dispersos y divergentes centros de poder.
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     El carácter interdependiente de los problemas y de los actores conlleva superar modelos clásicos de intervención basados en programaciones segmentadas y unidireccionales. Es necesario reconocer, aceptar e integrar la complejidad como un elemento intrínseco del proceso de intervención comunitaria, articulando sistemas inclusivos de participación de los diferentes actores en el marco de las redes locales.
     La incorporación profesional en la implantación y gestión de mecanismos de participación ciudadana desde una perspectiva cooperadora, sinérgica e inclusiva favorecerá un Trabajo Social orientado al desarrollo local, a la vez que a la integración social de minorías con insuficiente representación y/o en procesos de exclusión.



Palabras clave:

Participación ciudadana | Intervención comunitaria | Trabajo social | Ámbito local

WEBGRAFÍA:
ÁREA VIVIENDA Y TERRITORIO

ACERCA DEL OBJETO DEL TRABAJO SOCIAL

 
 

Sutil forma de explicar el objeto de esta carrera tan humana!!!

 
 
 


TRABAJO SOCIAL EN EL ÁREA
 
VIVIENDA Y TERRITORIO
 
 
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INTRODUCCIÓN
El Trabajo social en Vivienda y Territorio se ha venido caracterizando por contribuir a incrementar la calidad de vida,  mejorando  las  condiciones  sociales  de  habitabilidad  y  promoviendo  la  igualdad  de  oportunidades de toda la ciudadanía para acceder  a una vivienda digna. Con tal finalidad se viene trabajando con las personas, organizaciones y comunidad en su fortalecimiento, la resolución de problemas y en la promoción de políticas sociales de viviendas públicas de protección social. En este artículo, se expone una visión de estos aspectos y los resultados de la investigación cualitativa, realizada en Tenerife sobre las mejoras percibidas en la calidad de vida de las personas entrevistadas, al serle adjudicada una Vivienda de Protección Oficial de Promoción Pública.
EL TRABAJO SOCIAL EN VIVIENDA Y TERRITORIOImagen relacionada
En este ámbito de la vivienda, indica que la acción profesional se inicia con las pioneras del TrabajoSocial Octavia Hill, en Inglaterra y Jane Addams en  Estados  Unidos. 

 
Las  mismas  desarrollaron  programas  de rehabilitación de viviendas en alquiler a precios asequibles  para  la  clase  trabajadora  y  para mejorar las viviendas y barrios insalubres de los suburbios urbanos, con enfoques educativos y de ayuda,  centrados  en  las  personas  y  en  las  estructuras sociales,  respectivamente  (Moix,  1991;  Hernández, 1995; Vázquez Aguado, 2003).
 
En  España,  sobre  el  Trabajo  Social  en  Vivienda, mencionar  las  campañas  y programas  sociales  para erradicar el chabolismo, en los años 60 y 70, realizadas por trabajadoras y trabajadores sociales desde el Instituto Nacional de la Vivienda, así como su evolución  y  programas  globales  desarrollados  durante la  democracia  (Barranco,  2008).  En  estos  espacios las trabajadoras y trabajadores sociales participaron en la valoración y adjudicación de las viviendas de protección  oficial  y  en  los  procesos  de  integración de las personas que provenían de las chabolas a su nuevo  hábitat  comunitario.  En  esta  dirección,  destacan  los  trabajos  efectuados  por  profesionales  en diversas zonas de la geografía española, entre éstos mencionar el desarrollado en Barcelona (Campo de la Bota y de la Mina), por la trabajadora social y profesora de Trabajo Social Montserrat Colomer y otros profesionales, con un enfoque crítico, integral y participativo  con  el  fin  de  mejorar  las  condiciones  de vida y del entorno urbanístico (Colomer, 1990).
Durante el período democrático de nuestro país se  avanza  en  la  acción  social  en  este  espacio  profesional  de  la  vivienda,  destacando  la  intervención desarrollada  en  las  tres  últimas  décadas  con  diversos Programas Europeos de lucha contra la Pobreza, como el Proyecto “Marismas del Odiel“, en Huelva y el Proyecto  “Onyar-Est“, en tres barrios de Gerona.
Estos proyectos combinaron las acciones orientadas hacia la mejora del hábitat, de la vivienda y del barrio, con la finalidad de modificar el entorno y recuperar  el  espacio.  Además,  se  realizaron  un  conjunto de actividades de dinamización hacia el empleo, participación  ciudadana  y  salud  medio  ambiental (Porras, 2004).
También,  a  dar  una  atención especial ante situaciones urgentes de vivienda, a planificar el diseño de las viviendas, la adjudicación y posterior seguimiento social de las personas y colectividades.  Igualmente,  a  potenciar  la  prevención  y afrontamiento de conflictos, promoviendo actitudes dialógicas. Todo ello, con la finalidad de potenciar la calidad de vida y el fortalecimiento de las personas, grupos, organizaciones y comunidades.
 
WEBGRAFÍA:
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 

domingo, 3 de septiembre de 2017

VÍDEO: EL ROL DEL TRABAJADOR SOCIAL EN EL ÁREA LABORAL


INICIATIVAS EMPRESARIALES DESDE EL TRABAJO SOCIAL

Iniciativas empresariales desde el Trabajo Social

En los últimos quince años se han creado diferentes iniciativas empresariales de gestión y prestación de servicios de carácter social. En líneas generales estas empresas se articulan en torno a dos grandes áreas de servicios: los servicios asistenciales de proximidad y/o residenciales y servicios socio educativos, vinculadas con programas de ocio y tiempo libre, en algunos casos o de educación de calle y otros programas sociales. Este tipo de empresas generalmente orientan sus servicios hacia tres tipos de clientes, por un lado las administraciones públicas, mediante la gestión de servicios de titularidad pública y orientada hacia población de bajos recursos, en programas como educación de calle, educación familiar o similares; por otro lado, prestando un servicio dirigido a los socios de asociaciones culturales, de padres y madres u otras; y, finalmente a los particulares que contratan determinados servicios, fundamentalmente de ocio y tiempo libre. También es destacable el desarrollo de Consultorías y Gabinetes vinculados al Trabajo Social. Este sector está fuertemente implantado en ámbitos como la Administración y Dirección de Empresas o la Ingeniería. Hasta fechas no muy lejanas, esta necesidad ha sido cubierta por firmas de reconocido prestigio, aunque con poca especialización en el sector, buscando aplicar las mismas “recetas” de las empresas productivas a las del ámbito de los servicios sociales y de la intervención social. A medida que se ha ido desarrollando el sector también se han afianzado iniciativas específicas de consultoría en el ámbito de lo social, como es el caso de la creación de la Red Consultoría Social16, o la creación de empresas de Consultoría regentadas por Trabajadores Sociales, como el ejemplo de Firma Quattro Trabajo Social o JMR Trabajo Social y Criminología. Paralelamente, en los últimos años se han creado diferentes Gabinetes de Trabajo Social, que bajo la misma nomenclatura desarrollan diferentes iniciativas de prestación de servicios de trabajo social, en algunos casos de gestión de servicios sociales, otro de consultoría y también algunas firmas ofrecen servicios de forma privada a particulares. Esta última opción presenta una diversidad de actividades, en función de las alianzas y capacitaciones de quien las gestiona. En el análisis realizado a través de las páginas web de Consultorías y Gabinetes vinculados con trabajo social y servicios sociales, se observa una diversidad de estructuras organizativas así como de los servicios ofrecidos. En general, se trata de empresas de tamaño pequeño, con menos de cinco miembros, con uno o dos socios fundadores.


TRABAJO SOCIAL EN RELACIONES LABORALES

TRABAJO SOCIAL EN RELACIONES LABORALES


El Trabajo Social de Empresa surge en España con el desarrollo de la industrialización, en la década de los cincuenta y los sesenta, al igual que ya lo había hecho en otros países industrializados, tales como Inglaterra, Bélgica y USA a finales del siglo XI. Aparece como mecanismo de mediación entre el capital y el trabajo. Este ámbito profesional quedó definido como “actividad organizada, que pretende ayudar a la adaptación recíproca de los trabajadores y su empresa” (Bernard, 1967:19). Para este autor, el papel del trabajador social en la empresa se articula en torno a tres planos:
1. Dar apoyo psicosocial a los individuos y colectividades de trabajadores que se encuentran en dificultades; 2. Participar en la creación, funcionamiento y mejora de las realizaciones sociales de la empresa; y, 3. Favorecer una mejor toma de conciencia de los problemas humanos y sociales surgidos con motivo del trabajo (1967:20-21). En 1961, a partir de un ciclo de estudios sobre Trabajo Social de Empresa celebrado en Tarragona, se describió el encuadre del trabajo social dentro de la empresa, sus tareas y su participación en los incipientes departamentos de personal5 Así en aquel ciclo de estudios se establecieron como ideas principales: 1 La colaboración del trabajador social con el Comité de Empresa, 2 La participación en la mejora del ambiente empresarial y extra empresarial que influyen en las causas de enfermedad, y 3 Fomentar la adquisición de una conciencia social entre el personal, ayudando a superar todas las causas de absentismo. Todas estas funciones están presentes en las organizaciones empresariales hoy en día, si bien, se han desarrollado otras figuras profesionales complementarias, como la de prevención de riesgos laborales, que no suelen ser asumidas por trabajadores sociales, sino más habitualmente por graduados sociales. El trabajo social de empresa se ha ido adaptando a los cambios en el sistema de las relaciones laborales. Así como señala Rodríguez, inicialmente cubría una función asistencial “paternalista” como respuesta a las obligaciones legales que tenía que cubrir el empresario en materia de vivienda o educación. Posteriormente se pasó a un periodo de reivindicaciones, como complemento extra salarial, para atender necesidades no cubiertas socialmente (programas de vacaciones, por ejemplo). Con el desarrollo de los servicios sociales públicos y los sistemas de protección social, el papel del trabajador social de empresa se circunscribe a la elaboración y puesta en práctica de la política social de empresa, buscando el desarrollo de las personas que trabajan en ella y el logro del bienestar ocupacional. Esta forma de trabajo social entró en declive a final del siglo pasado, con una presencia testimonial de trabajadores sociales en el ámbito empresarial. En el mismo sentido apuntan los datos aportados por Rodríguez, al señalar que en 1985 acudieron al I Seminario de Trabajo Social y Empresa, 142 asistentes sociales, pertenecientes a 75 empresas. En 1992 (con datos sólo de Madrid) había 57 profesionales de 32 empresas; y diez años más tarde los datos apuntan que de las 32 empresas solo 14 mantuvieron el puesto de trabajador social. Las causas explicativas pueden encontrarse, tal como señala en la falta de identidad profesional del colectivo; en el desarrollo y consolidación del Estado de Bienestar; y, en las transformaciones en el mundo empresarial. También se puede añadir la falta de formación especializada del colectivo, que se intentó paliar mediante la organización de seminarios, y la falta de “marketing” que aqueja siempre a los profesionales del Trabajo Social, tal como señala Rodríguez, con quien estamos totalmente de acuerdo, tanto aplicado a este ámbito como a otros ámbitos profesionales del trabajo social “no es sólo necesario trabajar profesionalmente, sino elevar los resultados de nuestra labor a los departamentos de Relaciones Laborales, en el caso del trabajo en empresa o al equipo, cuando se trabaja con otras profesiones”9 Este tipo de acción social de empresa tiene cabida en las grandes corporaciones, donde todavía permanece la figura del trabajador social. Sin embargo, el tejido empresarial español, se caracteriza por pertenecer a las PyMEs10, que según el Directorio Central de Empresas (DIRCE) en 2011 representaban el 99,88% del total de empresas. Aquí se abre una de las posibles vías de emprendimiento para el trabajo social, mediante la prestación de servicios de atención social a las empresas, dirigidos al personal de las PyMes, de forma externalizada. Para ello, es preciso conocer las funciones profesionales en las organizaciones empresariales. En las grandes corporaciones donde existe la figura del trabajador social su espacio de actuación se dirige tanto a la atención directa a los trabajadores como hacia el asesoramiento en el área de recursos humanos, con el objetivo general de dar apoyo al desarrollo del trabajador para su mayor eficacia y su bienestar ocupacional11. La definición elaborada por el Grupo de Trabajadores Sociales de Empresa del Colegio Profesional de Trabajo Social de Madrid, presentada y ampliada en el I Congreso Nacional de Trabajo Social y Responsabilidad Social Empresarial permite aclarar sus objetivos y funciones: “Favorecer el bienestar de los trabajadores mediante la mejora de los aspectos laborales, sociales, sanitarios, personales y familiares, a través de las gestiones internas y externas oportunas para conseguir el equilibrio de los intereses de la empresa, para un dar un mejor servicio a la empresa y a la sociedad”


TRABAJO SOCIAL Y EMPRESAS

TRABAJO SOCIAL Y EMPRESAS

En este punto vamos a describir la relación entre el Trabajo Social y la Empresa. Una de las principales referencias es la del campo profesional del Trabajo Social de Empresa. Este campo no es nuevo para el trabajo social tanto a nivel nacional como internacional. En los países latinoamericanos tiene un fuerte arraigo, mientras que en el contexto europeo y en España concretamente su papel ha quedado ciertamente desdibujado con la extensión del Estado de Bienestar y el desarrollo del Sistema de Servicios Sociales. En líneas generales, podemos anticipar que dentro del epígrafe Trabajo Social y Empresa se incluyen al menos los siguientes espacios profesionales.

Trabajo Social de Empresa
Trabajo Social que se realiza dentro de la empresa y dirigido a los trabajadores de la misma, como parte de la acción social empresarial
Trabajo Social en Empresas de prestación de servicios sociales o socioeducativos
Gestión y Prestación de servicios de carácter socio asistencial (tales como la ayuda o domicilio); residencial (residencias, centros de día, pisos de menores...), socioeducativo (educación de calle, programas de ocio, ...) etc.
Trabajo Social de Consultoría
Desarrollo de programas y servicios de consultoría en el ámbito del Trabajo Social y los Servicios Sociales
Gabinete de Trabajo Social
Ejercicio libre de la profesión presentado servicios específicos de asesoría e intervención social a particulares


TRABAJO SOCIAL LABORAL -TRAYECTORIA

TRABAJO SOCIAL LABORAL





Trayectoria
La trayectoria de la profesión del trabajador social ha pasado por diferentes enfoques desde sus orígenes. Asistencialismo, beneficencia, servicios sociales son palabras que están unidas intrínsecamente a su desarrollo y que forman parte del imaginario del trabajo social. No obstante, en la actualidad y, ante la nueva situación económico-social a la que nos enfrentamos, el trabajo social debe abrir nuevos campos en los que poder desarrollarse, nuevas vías laborales y nuevas vías de expansión. Y es en este sentido en el que su actor principal, el trabajador social, se presenta como un emprendedor social, siendo el trabajo social en empresas uno de los nuevos escenarios de su profesión. El presente artículo versa sobre estos nuevos escenarios que se abren ante el trabajador social como emprendedor social y del recorrido del trabajo social llamado de empresa, teniendo en cuenta tanto la evolución histórica del término como la realidad actual y las posibilidades que ofrece trabajar en el mundo empresarial y de las relaciones laborales.


sábado, 2 de septiembre de 2017

DISCURSO: FEMICIDIO EN EL ECUADOR


¿QUÉ ES LA VIOLENCIA DE GÉNERO?

Se trata de una violencia que afecta a las mujeres por el mero hecho de serlo. Constituye un atentado contra la integridad, la dignidad y la libertad de las mujeres, independientemente del ámbito en el que se produzca.

Se entiende por violencia de género cualquier acto violento o agresión, basados en una situación de desigualdad en el marco de un sistema de relaciones de dominación de los hombres sobre las mujeres que tenga o pueda tener como consecuencia un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas de tales actos y la coacción o privación arbitraria de la libertad, tanto si ocurren en el ámbito público como en la vida familiar o personal. (Ley 11/2007, del 27 de julio, gallega para la prevención y el tratamiento integral de la violencia de género).

El concepto "violencia de género" da nombre a un problema, que incluso hace poco, formaba parte de la vida personal de las personas; era considerado un asunto de familia que no debía trascender de puertas para fuera y, por lo tanto, en el que no se debía intervenir. Entender la violencia como un asunto personal refuerza a las mujeres a una situación de subordinación respeto del hombre e implica asumir las relaciones de poder históricamente desiguales entre ambos y a través de las cuales se legitima al hombre a mantener su statu que de la dominación incluso a través de la violencia. Esta percepción contribuye a que las mujeres no denuncien su situación por miedo, vergüenza o culpabilidad.

La discriminación de las mujeres y la violencia de género (como la manifestación más brutal de las desigualdades entre hombres y mujeres) es un problema que traspasa fronteras y que está presente en la mayor parte de los países del mundo con la particularidad de que las vivencias del maltrato son enormemente parecidas en todos los lugares y culturas.

Debe recordarse que la violencia es una estrategia de relación aprendida, no es innata. Si esto fuera así, todas las personas serían violentas o todas las personas ejercerían la violencia de la misma manera y en el mismo grado; sin embargo, no siempre la empleamos en nuestras relaciones: hablamos, negociamos, pactamos, tratamos de comprender el punto de vista de la otra persona y finalmente llegamos a un acuerdo, aunque no obtengamos el que en principio queríamos.

Los maltratadores son selectivos en el ejercicio de la violencia, lo que demuestra que son capaces de controlarse en cualquier otra situación.

Si te sientes identificada con alguna de las siguientes manifestaciones, estás siendo víctima de maltrato

Sean cuales sean las formas en que se manifiesta el maltrato, siempre busca un mismo objetivo: erosionar la autoestima de la mujer con fin de que el agresor aumente su grado de poder y control sobre ella.

Hay muchas formas de violencia contra las mujeres, aquí acercamos algunas indicaciones para poder identificarlas.

Violencia física
Incluye cualquier acto de fuerza contra el cuerpo de la mujer, con resultado o riesgo de producir lesión física o daño: golpes, quemaduras, pellizcos, tirones de pelo, picadas, empujones, lanzamiento de objetos, uso de armas, intentos de estrangulamiento, intentos de asesinato, intentos de provocar abortos...

El maltrato físico es el más evidente y el más fácil de demostrar; aun así, no es preciso que se requiera atención médica o que tenga efectos visibles en el cuerpo. Es muy probable que empiece con un simple golpe o bofetada.

Violencia psicológica
Incluye toda conducta, verbal o no verbal, que produzca en la mujer desvalorización o sufrimiento: insultos (expresiones como: estás loca, eres una histérica, ignorante, atrasada, fea); menosprecios (expresiones como: no sirves para nada, no eres capaz de hacer nada bien, mala madre, si no fuera por mí donde irías?..); intimidaciones / amenazas (expresiones como: te voy a matar, vete/vete de la casa, te voy a quitar los/las niños/niñas, te voy a hundir..); abuso de autoridad ( como por ejemplo: registra tus cosas, revisa tu correo, preguntas cosas como “con quién estuviste hoy?”, llegaste 10 minutos tarde…); falta de respeto (no respeta tus necesidades, sentimientos, opiniones, deseos y manipula lo que dices, destruye objetos de especial valor para ti, ignora tu presencia, te desautoriza delante de los niños/niñas..); exige obediencia (no quiere que la mujer trabaje fuera de la casa, no quiere que estudie, quiere que se vista cómo él quiere, le controla el tiempo, le pregunta "a que hora llegas?", le dice “quita esa ropa y te viste cómo Dios manda”…); utilización de las hijas e hijos (amenaza con quitarle las/los menores, los amenaza y los maltrata, le obliga a que se desnude, culpabiliza constantemente a la madre); castigar con el silencio e incomunicación (el silencio reiterado pode llegar a herir tanto como las palabras); culpabilizar a la mujer de todo lo que ocurre en la casa de modo que al final ella piensa que es la culpable de todas las situaciones de tensión; mostrar celos (acusar constantemente de ser infiel y coquetear con otros hombres, impedir relaciones con amigos/as y familiares, aislar la mujer de todo su entorno...).

El maltrato psíquico es el más difícil de detectar, dado que sus manifestaciones pueden adquirir gran sutileza; no obstante, su persistencia en el tiempo deteriora gravemente la estabilidad emocional, destruyendo la autoestima y la personalidad de la mujer.

Violencia sexual y abusos sexuales
Incluyen cualquier acto de naturaleza sexual forzada por el agresor o no consentida por la mujer, y que abarcan la imposición, mediante la fuerza o con intimidación, de relaciones sexuales no consentidas, y el abuso sexual, con independencia de que el agresor guarde o no relación conyugal, de pareja, afectiva o de parentesco con la víctima.

Acoso sexual
Incluye aquellas conductas consistentes en la solicitud de favores de naturaleza sexual, para sí o para una tercera persona, en las que el sujeto activo se valle de una situación de superioridad laboral, docente o análoga, con el anuncio expreso o tácito a la mujer de causarle un mal relacionado con las expectativas que la víctima tenga en el ámbito de la dicha relación, o bajo la promesa de una recompensa o de un premio en el ámbito de esta.

El tráfico de mujeres y niñas con fines de explotación
Incluye la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, especialmente de mujeres y niñas, que son sus principales víctimas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, o rapto, o fraude, o engaño, o abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas similares. Independientemente de la relación que una a la víctima con el agresor y el medio empleado.

Violencia económica
Incluye la privación intencionada, y no justificada legalmente, de recursos para el bienestar físico o psicológico de la mujer y de sus hijas e hijos o la discriminación en la disposición de los recursos compartidos en el ámbito de la convivencia de pareja.

El maltratador considera que la mujer es incompetente y que no administra bien o gasta el dinero en cosas innecesarias, por lo que no puede tomar decisiones sobre el destino del gasto.

Diferentes conceptos
Cualquier tipo de violencia se fundamenta en una relación de poder dónde alguien trata de dominar a la otra persona por la fuerza, contra su voluntad; trata de obligarla a que haga lo que no desea, a que se ruegue y reconozca su inferioridad y dependencia con respecto a quien ejerce la violencia. En todos los casos de violencia las víctimas pasan por un gran sufrimiento y todas ellas requieren cuidado y atención, y todas las personas agresoras son dignas de su correspondiente sanción penal; no obstante, cada tipo de violencia tiene sus peculiaridades. Pretender que toda violencia es igual impide que la violencia de género sea comprendida adecuadamente y pueda ser combatida eficazmente.

Violencia: uso intencional de la fuerza física o poder contra un/una mismo/a, hacia otra persona, grupo o comunidad y que tiene como consecuencia probables lesiones físicas, daños psicológicos, alteraciones del desarrollo, abandono e incluso muerte.
Violencia de género: dirigida a las mujeres por el mero hecho de serlo, es decir, por considerar que el sexo femenino es inferior y debe continuar en una posición de subordinación con respeto al masculino.
Violencia familiar: infringida por personas de en medio familiar y dirigida, generalmente, a las personas más vulnerables del mismo: niños, niñas, personas ancianas, personas discapacitadas...
Violencia doméstica: dirigida a la persona o personas que convivan juntas. No es necesario que existan lazos familiares.
Como repercute el maltrato en la salud de la mujer que la sufre

Cuando frente a los repetitivos episodios de violencia, y considerando que la situación no va a cambiar, la mujer adopta una actitud pasiva por miedo y para evitar que se produzca una nueva agresión, incluso mayor, hacia ella o hacia sus seres queridos, estamos ante el "síndrome de la mujer maltratada".

La experiencia de maltrato provoca un alto nivel de ansiedad, alteraciones psicosomáticas; sentimientos depresivos, disfunciones sexuales, conductas aditivas, dificultades en sus relaciones personales.

Como prevenir la violencia de género
Educar a los niños y niñas, desde las edades más tempranas, en una cultura centrada en la resolución pacífica de conflictos, fomentar la empatía y desarrollar una autoestima equilibrada, son principios que favorecen la desaparición de los perjuicios de género que se dan ya desde la escuela.

Eliminar al máximo los estereotipos transmitidos por la cultura patriarcal; por lo tanto, enseñar a ‘ser persona’ en lugar de enseñar a "ser hombre" o a "ser mujer" y así desterrar mitos como que la agresividad es un rasgo masculino, o por el contrario, la sumisión, el silencio, la obediencia… son rasgos femeninos, son objetivos de la coeducación.

Además, se debe:

Evitar todo menosprecio hacia aquellos chicos u hombres que no se adaptan al modelo de masculinidad dominante.
Evitar todo menosprecio hacia aquellas chicas o mujeres que no se acomodan al modelo de feminidad dominante.
Enseñarles a los niños y a los hombres a incorporar en sus vidas las vivencias y expresión de los propios sentimientos y emociones que enriquecen sus relaciones personales y así favorecer la resolución de conflictos sin recurrir a comportamientos violentos, por medio del diálogo, el acuerdo, la negociación…
Desarrollar una buena autoestima que capacite a niñas y niños para adoptar una actitud resuelta ante la venida y sus desafíos, asumir responsabilidades y enfrentarse con seguridad a los problemas.
Por qué a tantas mujeres le resulta difícil salir de una situación de violencia de género
El maltrato es un proceso cíclico que se inicia poco a poco, como un goteo de pequeños episodios que parecen insignificantes pero que no lo son.

El ciclo comienza con una primera fase de Acumulación de la tensión (agresiones verbales y psíquicas) en la que la víctima va percibiendo como el agresor va volviéndose más susceptible, respondiendo con más agresividad y encontrando motivos de conflicto en cada situación.

Una segunda fase supone el Estallido de la tensión, en la que la violencia se vuelve más virulenta, dando cabida a la agresión física.

En la tercera fase, denominada Luna de Miel o Arrepentimiento, el agresor pide disculpas a la víctima, y trata de mostrar su arrepentimiento. Esta fase se va reduciendo con el tiempo, siendo cada vez más breve hasta desaparecer.

Este ciclo, en el que al castigo (agresión) le sigue el episodio de arrepentimiento ("no volverá a ocurrir", "todo cambiará"...) alimenta la ilusión del cambio. Esto pode ayudar a explicar la continuidad de la relación por parte de la mujer en los primeros momentos de la misma. Al mismo tiempo que el agresor muestra su arrepentimiento, puede ocurrir que simultáneamente excuse su conducta culpabilizando a la víctima (si tu no hubieras hecho ... yo no lo haría ) de modo que la mujer acaba dudando de cualquier cosa que hace o piensa; en definitiva, acaba dudando de ella misma.
Recuerda que...
Estás siendo víctima de maltrato, tú no eres responsable.
El uso de la violencia nunca está justificado.
Estas agresiones se repetirán y se agravarán con el tiempo.
No estás sola. Puedes contar con la ayuda de especialistas.

No es verdad que...
A las mujeres le gusta el abuso sino marcharían.
El maltrato a las mujeres es algo raro y aislado.
Sucede en familias de bajos ingresos y etnias.
No hay manera de romper con las relaciones abusivas.
Hombres adictos a las drogas, parados, con estrés en el trabajo… son violentos como efecto de su situación personal.
La violencia dentro de la casa es un asunto de la familia que no debe de salir del entorno.
Cuando una mujer dice ‘no’ quiere decir ‘sí’.
Los hombres son de naturaleza violenta.
El hombre maltrata porque es un enfermo o un loco.
Maltratan porque pierden el control.
Los hombres maltratadores lo hacen por consecuencia de haber sufrido malos tratos en la infancia.
Tratamiento para la recuperación de las víctimas
Es habitual que hasta que la mujer tome la decisión definitiva de salir de una relación violenta, pase por un período de reflexión e incluso manifieste varios intentos. Durante este proceso quizás ya solicite ayuda terapéutica, o no.

A partir de su decisión de romper con la situación de violencia, el apoyo psicológico se centrará en varios aspectos, partiendo siempre de una valoración previa de las necesidades y demandas particulares de cada mujer. Determinadas cuáles son las secuelas concretas producto de la situación vivida, se evaluará su dimensión y se graduará para establecer una orden para el tratamiento.

Algunas de las intervenciones más habituales y básicas para su recuperación son:
Información sobre la violencia de género, causas, origen, mitos, etc.
Reducción de la activación y de la ansiedad en las formas en que se manifieste (insomnio, agorafobia, crisis de pánico, etc).
Fomento de la autonomía, tanto a nivel psicológico, a través de un cambio de ideas distorsionadas sobre ella misma y el mundo, como a nivel social, económico, etc, orientándola en la búsqueda de empleo, recuperando apoyos sociales y familiares...
Consejos ante una situación de maltrato
Recuerda que ninguna mujer debe permanecer en una relación en la que no se sienta respetada como persona ni se le reconozca como igual.

Puedes buscar ayuda en los Centros de Información a las Mujeres y asociaciones especializadas que te informarán y apoyarán en las actuaciones que debes llevar a cabo.

Si aún no tomaste la decisión de salir de la situación de violencia o si ya lo decidiste pero aún convives con el agresor, conviene que sigas algunos consejos para reducir el peligro de posibles agresiones y para actuar en caso de que se produzca un nuevo episodio violento.

Plan de seguridad
Cuando se produzca o creas que se pode producir una nueva agresión:

Evita estar en lugares en los que el agresor pueda acceder a objetos peligrosos, como la cocina.
Permanece en una habitación fuera del alcance del agresor y próxima a la puerta de la calle con el fin de facilitarte la salida del domicilio.
Refúgiate con tus hijas e hijos en la casa de un vecino/a.
Cierra todas las entradas si el agresor salió del lugar.
Inventa un lenguaje de signos o señales que te permita comunicarles a tus hijos/las el momento en el que deben salir del domicilio familiar y acudir a la casa de un vecino o vecina donde puedan refugiarse y pedir ayuda.
Pon en conocimiento de algún vecino/a de tu confianza tu situación y pídele que llame a la policía en el momento en que oiga cualquier suceso violento en el domicilio familiar.
Piensa en el domicilio de alguna persona amiga o familiar donde refugiarte hasta que no exista riesgo y puedas regresar a tu domicilio. Si no cuentas con ninguna persona que pueda ayudarte, localiza con anterioridade la dirección y el teléfono de los servicios de atención a mujeres víctimas de violencia de género donde podrás pedir ayuda y un alojamiento de urgencia. Teléfono de información a las mujeres: 900-400-273.
Enséñales a tus hijos/as a marcar el teléfono de urgencias (112) donde podrás solicitar la ayuda de la policía, guardia civil, servicios médicos de urgencias...

Actuaciones cuando se produce una agresión
Además de seguir las medidas del plan de seguridad, si sufres una agresión es necesario que realices algunas actuaciones que serán de gran utilidad en los procedimientos judiciales, penales o civiles, que inicies con posterioridad. La mayoría de estas actuaciones tienden a que quede probada la realidad de la agresión y otras tienen como finalidad tu protección.

Llama a la policía (091) o a la guardia civil (062), da tu nombre y la dirección donde te encuentras y solicita ayuda. Mientras llega la patrulla es conveniente que sigas rigorosamente sus indicaciones. Es posible que la policía o la guardia civil procedan a la detención del agresor, trasladándolo a la comisaría.
Se puedes, avisa a algún vecino/a o familiar que pueda presenciar y posteriormente declarar como testigo en el procedimiento judicial sobre:

Tu estado físico (golpes, heridas, erosión, hinchazones, etc.)
Tu estado anímico (miedo, angustia, etc.) luego de la agresión.
La situación física y anímica de los hijos y/o hijas.
Los daños producidos en la vivienda, las ropas, sábanas...
La actitud del agresor.
Recoge y guarda toda la documentación personal, tuya y de tus hijos e hijas (DNI, tarjeta de residencia o pasaporte, libro de familia, carta o tarjetas de la Seguridad Social, cuaderno, talonario o tarjeta bancaria...), así como aquella que va a resultar útil en los procedimientos judiciales (documentos acreditativos de los ingresos y de los gastos familiares: nóminas, justificantes de pago de horas extras, recibos del alquiler, facturas de electricidad, teléfono, seguro médico, pediatras, farmacia, supermercado, gastos de escolaridad de los hijos y de las hijas y actividades extraescolares; documentos acreditativos de agresiones anteriores: denuncias, informes médicos, sentencias...). Conserva todos los justificantes de los gastos que se produzcan como consecuencia de la agresión (gastos médicos, farmacéuticos, desplazamientos...). Toda esta documentación la necesitarás para acreditar los daños económicos que la agresión supuso y reclamar su importe al agresor.
Si se produjeron lesiones físicas, además de las anteriores actuaciones, es conveniente que sigas los siguientes consejos:

Acude a un centro médico-sanitario. El parte médico de urgencias será remitido al Juzgado de Guardia. Es conveniente que expliques con precisión toda y cada una de las lesiones sufridas, si también te forzó a mantener relaciones sexuales y si tienes señales de agresiones anteriores.
Toma fotografías de las lesiones. Ten en cuenta que es posible que pasen días hasta que seas citada por el juzgado para que el/la médico/a forense examine las lesiones sufridas y para entonces estas pueden desaparecer totalmente. Será de gran ayuda que puedas acercar fotografías en las que se puedan observar las lesiones tal y como eran en los días ya posteriores a la agresión.
Acude al/ la médico/a de familia, pon en su conocimiento los hechos sucedidos para que pueda realizar un seguimiento de las lesiones. No olvides que estas últimas son tanto las físicas como las psíquicas.
Guarda copia de todas las recetas e informes médicos, es muy importante que tengas en tu poder documentos médicos acreditativos de todas las consultas y asistencias médicas que necesites para curar tus lesiones.
Si fuiste obligada a mantener relaciones sexuales no te laves y acude al servicio de urgencias o de ginecología del hospital, y explícales de que manera ocurrieron los hechos sin avergonzarte a de nada.

Si tras la ruptura sigues siendo acosada:
Puede suceder que tras decidir romper la relación, el agresor se resista a perder el control sobre ti: persiguiéndote, vigilándote, llamándote constantemente, atemorizándote, molestando a familiares y amigos, desprestigiándote laboralmente, amenazándote con suicidarse o hacer daño a un ser querido... Todos estos actos que afectan a tu vida social, laboral y personal, son indicadores de una posible acción violenta.

Ante esta situación:

·         Denuncia la situación.
·         Evita cualquier contacto con él.
·         No aceptes nunca un encuentro a solas.

·         Evita estar sola.






   







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FUENTE: http://igualdade.xunta.gal/es/content/que-es-la-violencia-de-genero