lunes, 4 de septiembre de 2017


TRABAJO SOCIAL, HÁBITAT Y VIVIENDA

Aun no siendo un espacio nuevo para el Trabajo Social dado que los orí-genes de la práctica profesional en el ámbito de la vivienda, históricamente, van conexos a las iniciativas que llevaron a cabo figuras tan importantes como fueron Octavia Hill en Inglaterra y Jane Addams en Norteamérica, sí es cierto que las intervenciones llevadas a cabo en este sector han sido muy exiguas en lo que respecta a nuestro ámbito nacional.
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Si hacemos un breve recorrido histórico sobre el papel que el Trabajo Social ha tenido dentro del ámbito profesional del hábitat y la vivienda, nos encontramos con que éste ha estado muy ligado a los programas sociales que el Instituto Social de la Vivienda llevaba a cabo y cuya finalidad estaba centrada en la erradicación del chabolismo, sobre todo, en los años 60 y 70 (Barranco et. al., 2010). Más tarde, y en pleno proceso democrático, cómo muy bien apunta Barranco (2008).
Se produce una modificación en la naturaleza de la política a implementar. Esta vez se apuesta por planes y programas integrales de lucha y erradicación de la pobreza y la exclusión social, en los que el factor vivienda pasa a ser un elemento más dentro de la matriz de indicadores que intenta abordar de manera holística el análisis de los procesos de exclusión social. De hecho, si echamos una mirada hacia las intervenciones profesionales llevadas a cabo en las últimas décadas, nos daremos cuenta, y así lo evidencian Barranco et. al., (2010), que éstas han estado centradas en fusionar, no sólo hábitat y vivienda, sino también vincular estos elementos con la formación, el empleo y la inclusión social. Todo ello con la pretensión de conferirle un nuevo rostro a una gran parte de los contextos territoriales actualmente denominados como zonas en proceso de transformación social.
Como sabemos, la exclusión puede manifestarse de forma espacial. La desigualdad social, como bien apuntan algunos autores (Tezanos, 1999; Subi-rats et al, 2005), tiende a revelarse en forma de exclusión residencial en cuanto que ésta pasa a conformarse alrededor de un ámbito geográfico muy concreto y con grupos sociales muy bien identificados. De ahí que los procesos de exclusión puedan estar acompañados de procesos de segregación, que a su vez terminen subrayando aún más esas diferencias.
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Todo esto nos lleva a pensar sobre cuáles deben ser los indicadores a tener en cuenta a la hora de cuantificar este ámbito. Es fácil medir el fenómeno de la exclusión en el hábitat a través del análisis de tres espacios: el físico, el sociocultural y el económico. Físicamente, el contexto espacial debe ser valorado teniendo en cuenta tres indicadores básicos: el deterioro de sus edificios, viviendas y servicios, el detrimento del espacio público y las deficiencias en la movilidad. En lo sociocultural, éste puede ser analizado bajo la base de la estigmatización del territorio, la inseguridad ciudadana, la descohesión social y la ausencia de recursos y equipamiento. Por último, el espacio económico es estudiado a través del factor de marginación económica.
Como es de esperar, conexo al medio espacial, nos encontramos la esfera de la vivienda. Actualmente es fácil constatar la insigne importancia que tiene la vivienda en la vida de las personas. De hecho, la exclusión social relacionada con este ámbito suele estar determinada por el carácter selectivo y especialmente segregador de los mercados del suelo y la vivienda, así como por la escasez de la presencia de vivienda pública en este sector (Subirats et al, 2005). En las últimas décadas en nuestro país hemos sido testigos de un doble problema. Por un lado, el boom especulador que se ha visto reflejado en el comportamiento alcista de los precios de la vivienda provocando graves inconvenientes de accesibilidad para algunos grupos de personas; y, por otro, a una devastadora crisis económica que ha tenido como resultado la salida del mercado laboral de muchos trabajadores, conllevando graves dificultades económicas y, por ende, la pérdida de sus viviendas para aquellas personas que, si bien, no tuvieron problemas de accesibilidad, su nueva situación no le permite seguir manteniéndola por la imposibilidad de hacer frente a su pago.
Toda esta realidad nos lleva a reflexionar sobre el valor real que se le otorga al espacio de la vivienda desde el ámbito político, institucional y económico. Es fácil comprender que la vivienda no puede ser considerada como un mero objeto de inversión ya que ello nos llevaría a una reflexión demasiado simplista de la situación. Situación que, como ya hemos apuntado, necesita ser abordada desde una óptica integral donde el valor cardinal sea siempre el social, dado que su consideración como bien de primera necesidad tiende a regir, de forma inapelable, los procesos de exclusión/inclusión social. Y es en este marco donde debe situarse tanto la reflexión como la práctica del Trabajo Social.
Si valoramos las funciones que realiza un profesional en este ámbito, nos damos cuenta que éstas tienden a ser muy plurales. Tanto es así que pueden abarcar la información y asesoramiento; la valoración de la situación social, familiar, laboral y económica; la derivación y coordinación; la promoción; la planificación y gestión; hasta la evaluación e investigación (Barranco, 2008). En realidad, y así lo apunta Ponce (2009), es que cualquiera de las acciones atribuibles al Trabajo Social en este ámbito profesional debe tener como línea maestra potenciar los procesos de integración e inserción social. Para ello tendrán que tener en cuenta todos y cada uno de los conflictos que se generen a todos los niveles (tanto en los procesos de adjudicación de viviendas como en su seguimiento). Conflicitividad, que como iremos viendo a lo largo de este capítulo, tiende a situarse en tres unidades fundamentales de análisis: del lado del adjudicatario, a nivel relacional o de comunicación y en el contexto social (zona espacial) donde se ubican las promociones de vivienda social.
WEBGRAFÍA:


 
 
TRABAJO SOCIAL, EN EL ÁREA VIVIENDA
 
 
 
LOS OBJETIVOS DEL TRABAJO SOCIAL
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LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN EL ÁMBITO LOCAL, EJE TRANSVERSAL DEL TRABAJO SOCIAL COMUNITARIO Resultado de imagen para LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN EL ÁMBITO LOCAL, EJE TRANSVERSAL DEL TRABAJO SOCIAL COMUNITARIO

     La participación de los implicados en los procesos de decisión, la transferencia de poder y la actuación en tareas y procesos son, en coincidencia con Howe (1994), pilares fundamentales del Trabajo Social Postmoderno y marcos de referencia en la intervención comunitaria. La participación es un asunto central y de actualidad en el debate político, civil, profesional y académico, en general, y con un significado sustantivo para el Trabajo Social, en particular.
Democracia, ciudadanía, pluralismo e interdependencia son conceptos inseparables en nuestras sociedades, en las que existen diferentes, asimétricos, dispersos y divergentes centros de poder.
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     El carácter interdependiente de los problemas y de los actores conlleva superar modelos clásicos de intervención basados en programaciones segmentadas y unidireccionales. Es necesario reconocer, aceptar e integrar la complejidad como un elemento intrínseco del proceso de intervención comunitaria, articulando sistemas inclusivos de participación de los diferentes actores en el marco de las redes locales.
     La incorporación profesional en la implantación y gestión de mecanismos de participación ciudadana desde una perspectiva cooperadora, sinérgica e inclusiva favorecerá un Trabajo Social orientado al desarrollo local, a la vez que a la integración social de minorías con insuficiente representación y/o en procesos de exclusión.



Palabras clave:

Participación ciudadana | Intervención comunitaria | Trabajo social | Ámbito local

WEBGRAFÍA:
ÁREA VIVIENDA Y TERRITORIO

ACERCA DEL OBJETO DEL TRABAJO SOCIAL

 
 

Sutil forma de explicar el objeto de esta carrera tan humana!!!

 
 
 


TRABAJO SOCIAL EN EL ÁREA
 
VIVIENDA Y TERRITORIO
 
 
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INTRODUCCIÓN
El Trabajo social en Vivienda y Territorio se ha venido caracterizando por contribuir a incrementar la calidad de vida,  mejorando  las  condiciones  sociales  de  habitabilidad  y  promoviendo  la  igualdad  de  oportunidades de toda la ciudadanía para acceder  a una vivienda digna. Con tal finalidad se viene trabajando con las personas, organizaciones y comunidad en su fortalecimiento, la resolución de problemas y en la promoción de políticas sociales de viviendas públicas de protección social. En este artículo, se expone una visión de estos aspectos y los resultados de la investigación cualitativa, realizada en Tenerife sobre las mejoras percibidas en la calidad de vida de las personas entrevistadas, al serle adjudicada una Vivienda de Protección Oficial de Promoción Pública.
EL TRABAJO SOCIAL EN VIVIENDA Y TERRITORIOImagen relacionada
En este ámbito de la vivienda, indica que la acción profesional se inicia con las pioneras del TrabajoSocial Octavia Hill, en Inglaterra y Jane Addams en  Estados  Unidos. 

 
Las  mismas  desarrollaron  programas  de rehabilitación de viviendas en alquiler a precios asequibles  para  la  clase  trabajadora  y  para mejorar las viviendas y barrios insalubres de los suburbios urbanos, con enfoques educativos y de ayuda,  centrados  en  las  personas  y  en  las  estructuras sociales,  respectivamente  (Moix,  1991;  Hernández, 1995; Vázquez Aguado, 2003).
 
En  España,  sobre  el  Trabajo  Social  en  Vivienda, mencionar  las  campañas  y programas  sociales  para erradicar el chabolismo, en los años 60 y 70, realizadas por trabajadoras y trabajadores sociales desde el Instituto Nacional de la Vivienda, así como su evolución  y  programas  globales  desarrollados  durante la  democracia  (Barranco,  2008).  En  estos  espacios las trabajadoras y trabajadores sociales participaron en la valoración y adjudicación de las viviendas de protección  oficial  y  en  los  procesos  de  integración de las personas que provenían de las chabolas a su nuevo  hábitat  comunitario.  En  esta  dirección,  destacan  los  trabajos  efectuados  por  profesionales  en diversas zonas de la geografía española, entre éstos mencionar el desarrollado en Barcelona (Campo de la Bota y de la Mina), por la trabajadora social y profesora de Trabajo Social Montserrat Colomer y otros profesionales, con un enfoque crítico, integral y participativo  con  el  fin  de  mejorar  las  condiciones  de vida y del entorno urbanístico (Colomer, 1990).
Durante el período democrático de nuestro país se  avanza  en  la  acción  social  en  este  espacio  profesional  de  la  vivienda,  destacando  la  intervención desarrollada  en  las  tres  últimas  décadas  con  diversos Programas Europeos de lucha contra la Pobreza, como el Proyecto “Marismas del Odiel“, en Huelva y el Proyecto  “Onyar-Est“, en tres barrios de Gerona.
Estos proyectos combinaron las acciones orientadas hacia la mejora del hábitat, de la vivienda y del barrio, con la finalidad de modificar el entorno y recuperar  el  espacio.  Además,  se  realizaron  un  conjunto de actividades de dinamización hacia el empleo, participación  ciudadana  y  salud  medio  ambiental (Porras, 2004).
También,  a  dar  una  atención especial ante situaciones urgentes de vivienda, a planificar el diseño de las viviendas, la adjudicación y posterior seguimiento social de las personas y colectividades.  Igualmente,  a  potenciar  la  prevención  y afrontamiento de conflictos, promoviendo actitudes dialógicas. Todo ello, con la finalidad de potenciar la calidad de vida y el fortalecimiento de las personas, grupos, organizaciones y comunidades.
 
WEBGRAFÍA:
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 

domingo, 3 de septiembre de 2017

VÍDEO: EL ROL DEL TRABAJADOR SOCIAL EN EL ÁREA LABORAL


INICIATIVAS EMPRESARIALES DESDE EL TRABAJO SOCIAL

Iniciativas empresariales desde el Trabajo Social

En los últimos quince años se han creado diferentes iniciativas empresariales de gestión y prestación de servicios de carácter social. En líneas generales estas empresas se articulan en torno a dos grandes áreas de servicios: los servicios asistenciales de proximidad y/o residenciales y servicios socio educativos, vinculadas con programas de ocio y tiempo libre, en algunos casos o de educación de calle y otros programas sociales. Este tipo de empresas generalmente orientan sus servicios hacia tres tipos de clientes, por un lado las administraciones públicas, mediante la gestión de servicios de titularidad pública y orientada hacia población de bajos recursos, en programas como educación de calle, educación familiar o similares; por otro lado, prestando un servicio dirigido a los socios de asociaciones culturales, de padres y madres u otras; y, finalmente a los particulares que contratan determinados servicios, fundamentalmente de ocio y tiempo libre. También es destacable el desarrollo de Consultorías y Gabinetes vinculados al Trabajo Social. Este sector está fuertemente implantado en ámbitos como la Administración y Dirección de Empresas o la Ingeniería. Hasta fechas no muy lejanas, esta necesidad ha sido cubierta por firmas de reconocido prestigio, aunque con poca especialización en el sector, buscando aplicar las mismas “recetas” de las empresas productivas a las del ámbito de los servicios sociales y de la intervención social. A medida que se ha ido desarrollando el sector también se han afianzado iniciativas específicas de consultoría en el ámbito de lo social, como es el caso de la creación de la Red Consultoría Social16, o la creación de empresas de Consultoría regentadas por Trabajadores Sociales, como el ejemplo de Firma Quattro Trabajo Social o JMR Trabajo Social y Criminología. Paralelamente, en los últimos años se han creado diferentes Gabinetes de Trabajo Social, que bajo la misma nomenclatura desarrollan diferentes iniciativas de prestación de servicios de trabajo social, en algunos casos de gestión de servicios sociales, otro de consultoría y también algunas firmas ofrecen servicios de forma privada a particulares. Esta última opción presenta una diversidad de actividades, en función de las alianzas y capacitaciones de quien las gestiona. En el análisis realizado a través de las páginas web de Consultorías y Gabinetes vinculados con trabajo social y servicios sociales, se observa una diversidad de estructuras organizativas así como de los servicios ofrecidos. En general, se trata de empresas de tamaño pequeño, con menos de cinco miembros, con uno o dos socios fundadores.